lunes, 20 de abril de 2009

CAPITULO 1

Nairobi, Kenia, 1935. Una calurosa tarde de julio, las calles estaban desiertas, se respiraba con dificultad, las persianas verdes de los escaparates bajadas hasta su final, no dejaban entrar ni un rayo de luz, dejando a todos esos objetos inútiles, pero llenos de vida, como si de viejos se tratase, a oscuras.
Los contados coches de caballos que circulaban rompían esa calma, que embriagaba toda la ciudad de Nairobi.
Cuanto mas escuchabas ese silencio mas te llegaba un murmullo que provenía de un pabellón Victoriano que se encontraba al fondo de la calle. El pabellón tenia ese olor a viejo y ese aroma de eternidad que caracteriza a esa tierra anglosajona, era majestuoso, le rodeaban pistas de tenis con redes rotas, canchas de baloncesto con aros fruncidos, campos de cricket llenos de matojos salvajes, con el tiempo el entorno había conquistado a su descubridor.
Según el silencio desaparecía el murmullo se convertía en un jolgorio, chillidos llenos de ignorancia, que escapaban de gargantas que todavía no tenían nada que decir.
A través de sus acristaladas ventanas de roble y mosaicos de color deteriorados por el tiempo se veía un grupo de niños zambulléndose una y otra vez en una piscina de agua cristalina y un fondo tan azul como el cielo.
Este lugar era el club de los niños ricos, que únicamente conocían ese lugar y sus respectivas mansiones, desconociendo todo lo que les rodeaba, incluso hasta los campos olvidados que rodeaban al pabellón.
Todos jugaban, se divertían, a excepción de Paul, que sentado en una silla de mimbre con un libro cerrado en su mano y su gorro de baño en la otra, miraba hacia las ventanas, intentando imaginar que había detrás de aquellos muros. Y digo que lo intentaba porque pese a su edad no tuvo tiempo para soñar.

3 comentarios:

  1. Genial Cubelli, continua escribiendo.
    Eres grande¡¡¡

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  2. Estoy ansiosa por leer el segundo capítulo, el tercero, el cuarto...

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  3. Muy interesante. Pienso como Susana, me gustará leer la segunda parte. Nico: ¿me recuerda a tu vida en Libia, o es sólo una impresión? Te comento: hablas en una de las líneas de tierra anglosajona. Te refieres a la forma de vida instaurada por los ingleses o lo das por bueno. No estoy muy seguro de que sea así. Utilizas "fruncir los aros de las canastas de baloncesto". Hay mucho sentimiento en lo que escribes; pienso que tu mismo eres así. Enhorabuena.

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