CAPITULO 2

“Ese hombre dejo de correr hace tiempo, nadie le perseguía ya, ni nada necesitaba conseguir mas. Por fin comenzó a andar, a disfrutar de todo lo que le rodeaba, a ver, oír, escuchar, en general sentir, porque al ralentizar la acción se multiplica la sensación.
Dejo de correr para vivir, solo que cuando empezó a vivir, el tiempo lo mato”.

Así comenzaba el primer capitulo del libro que le colgaba de su mano, “Anduve caminando” de Dervin Roy uno de sus escritores Irlandeses favoritos.
No sabia si quería correr o andar, si iba a tener tiempo o no, solo sabia que allí y así, no corría, ni andaba.
Paul era un joven muy preparado y con un gran dominio de varios idiomas, toda su vida había estado centrada en estudiar bajo la férrea disciplina marcada por su padre, su recreo era su estudio y su estudio su tiempo libre, no diferenciaba uno de otro.
Mas que amigos, eran compañeros los que formaban parte de su entorno, y que decir de chicas, que su único contacto con ellas era verlas a través de sus ojos azules llenos de timidez y tapados esporádicamente por su flequillo rubio que le cruzaba gran parte de su frente.
El sonido de una sirena interrumpió el pensamiento de Paul, que de forma automática, sin mediar palabra, se fue a los vestuarios, se cambio, peino y calzo sin reparar en nada, dando a su vez opción para que nadie tampoco reparase en el.
Recorrió el largo pasillo que conducía a la puerta principal atravesando los rayos del sol que se cruzaban en su camino, la puerta oxidada por el desuso permanecía abierta para conducirle a la otra parte de su mundo, donde un silencioso coche negro, esperaba con otra puerta abierta para cerrarse tras el.
La burbuja en la que vivía, se transformaba, mimetizaba, cambiaba de estado, forma, color contenido, pero nunca, nunca …..desaparecía.