domingo, 12 de julio de 2009

CAPITULO 3

Un largo camino rodeado de acacias de copa plana, le acompañaba todos los días. Esa estepa árida, marcaba su camino, su único camino.
Pero aun así los ojos de Paul se adentraban en la sabana, llegando a ver todas esas preciosas criaturas , llenas de libertad, donde reinaba una anarquía de lo mas contradictoria..
A lo largo de una hora, ese camino se iba transformando, los árboles de convertían en señales, las rocas en casas, comercios, las tierras áridas en pavimento, los animales en personas aunque solo les diferenciaba, su libertad.
Aferrado a su libro Paul, miraba a través de su ventanilla esa transformación, sin ni siquiera alterarle la percepción, era un camino que ya conocía, pero en cambio no sabia como olía, como sonaba, era consciente que nunca iba a disfrutar de esas sensaciones para usarlas en su recuerdos.
Su pesadilla se vio interrumpida, por un brusco frenazo, su cuerpo voló hasta toparse con la vitrina que le separaba de la parte de los asientos delanteros del coche.
Aturdido por el golpe, levanto la vista, miraba a su alrededor y no veía lo que pasaba, al momento, noto un golpe de aire fresco, el chofer salio del coche, dejando la puerta entreabierta, ese aire no solo era un elemento, tenia olor, aroma. los sonidos de coches, voces, lejanas, cercanas, palabras ininteligibles, otras conocidas, entraron en su cabezo como un taladro, sol que no había dolor.
La vista se vio reforzada por todas las demás sensaciones que le faltaban.
Hipnotizado por ello, esos instantes fueron eternos, no sentía dolor en su ojo amoratado, solamente aspiraba con fuerza y cerraba los ojos para poder concentrarlo todo en el oído.
Al momento escuchó entre ese tumulto de sonidos, una voz femenina, que resalto sobre todas esas notas. Abrió los ojos despacio , con miedo a que las demás sensaciones desapareciesen. Empezó a divisar una silueta de una mujer, según su vista se agudizaba, vio a esa mujer que ayudada por el chofer y unos mozos que la acompañaban, se incorporaba,
Vestía de negro, un traje de chaqueta que marcaba su cintura dando al resto del cuerpo la armonía de una columna griega, falda hasta la rodilla, destacándose la preciosa arquitectura de sus tobillos, guantes negros largos, estilizaban sus brazos y un sombrero que le cubría medo rostro, dejando ver unos labios rojos que destacaban sobre todo el resto.
Paul estaba absorto ante tal belleza, su cuerpo inmóvil permanecía en la misma posición que se quedo cuando el frenazo, esos momentos no fueron eternos, pero estuvieron perennes en su memoria el resto de su vida.
La magia, desapareció al escuchar el portazo del chofer que volvía a su cometido.
Según el coche se alejaba del lugar del hecho, porque esto era un hecho para Paul, giro la cabeza, mirando a través del cristal trasero del coche, veía como ella desaparecía en la lejanía, haciéndose cada vez mas pequeña, pero la sentía tan cerca que su burbuja de cristal estallo en pedacitos.
No podemos decir que se enamoro al primer impacto, pero si que seria la única vez que sintiese que no solo su corazón estaba vivo, sino que el también lo estaba.

3 comentarios:

  1. Bueno, ahora no lo puedes dejar así chaval. Cuando aparece una señora que tiene esa preciosa arquitectura en los tobillos es hora de que se prodiguen más los post.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. ¡¡¡MARAVILLOSO!!! Es una pena que esribas tan poco y nos prives a todos de tu sensibilidad. Describes escepcionalmente y tienes una gran visiön sensorial.
    SACUDETE LA PEREZA.
    BESOS.

    ResponderEliminar
  3. Estoy de acuerdo con Fernando y Susi, escribe más. Efectivamente a veces es la propia vida la que nos indica que estamos vivos. Un abrazo

    ResponderEliminar